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Remembranzas, silencios y charlas con Santos Balmori
2018

Remembranzas, silencios y charlas con Santos Balmori

Helena Jordán de Balomori

Coordinación de Difusión Cultural UNAM

México, 2003

pp. 126

 

Helena Jordán de Balmori, quien por más de 40 años fuera compañera de Santos Balmori (1899-1992) construye este texto de carácter biográfico a partir de una charla imaginaria con quien fuera su compañero. Recurre también a notas que Balmori reunía en una especie de diario muy personal y a reflexiones de la misma autora.

Balmori, hijo de padre asturiano y madre tlaxcalteca, nació en Ciudad de México, pero cuando tenía cuatro años, la familia se fue a vivir al Soborrón, el pueblo de Asturias donde había nacido su padre. Ahí, su madre muere cuando tenía seis años.

La familia una vez más vuelve a emigrar y en 1912 se traslada a Santiago de Chile. Desde Argentina cruzan la cordillera de los Andes, a caballo. El bachillerato lo estudia en el Instituto Barros Arana. Cuando tiene 16 años su padre se suicida.

Ingresa a estudiar a la Escuela de Bellas Artes de Santiago de Chile, pero sus tutores le prohiben que estudie arte. Se rebela y solo se va a España para inscribirse en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid.

Ahí, tuvo de maestros a Moreno Carbonero, Joaquín Sorolla y Julio Romero de Torres. Fue compañero de Salvador Dalí. Un profesor lo anima a continuar sus estudios en París. Aquí se inscribe en la Académie de la Grande Chaumière donde trabaja bajo la dirección del escultor Antoine Bourdelle.

En París permanece 14 años. Se casa con la bailarina francesa Thérése Bernard (Tete), que muere años después a causa del síndrome de Addison. En esos años conoce y se relaciona con Juan Gris, Maurice de Vlaminck, Foujita, Rabindranath Tagore y Gandhi a quien hizo un retrato.

Colaboró con el periodista y editor Henri Barbusse, en lo que ahora es el periódico Le Monde, donde Balmori hace ilustraciones. En París hace diseño de textiles, grabado, oleos, carteles publicitarios y carteles en contra del fascismo, por los cuales gana premios internacionales.

Se reúne semanalmente con los peruanos César Vallejo y Haya de la Torre. Conoce a José Vasconcelos y también a Unamuno y a Ortega y Gasset.

En París vuelve a casarse con la bailarina sueca Rachel Björnström. En esa época expone en la Galería Duncan. Los días en Francia fueron de duro trabajo, de éxitos, pero también de dificultades económicas.

Con su esposa se va a vivir a Suecia y ahí permanecen año y medio. Expone en Estocolmo. Regresan a París, pero en busca de un mejor clima, para la salud de Balmori, viajan a Palma de Mallorca. Se encuentra con artistas e intelectuales. Es una época de gran producción.

Deciden venir a México, pero antes expone en el Museo de Arte Moderno de Madrid. Regresan a Mallorca y desde ahí salen a México. Balmori tiene entonces 36 años y 32 de haber dejado el país donde nació.

En 1935, Rachel y Santos llegan a Veracruz y en la Ciudad de México los reciben sus amigos: Raúl Carrancá Trujillo, Leopoldo Tomasi, Aguilar Sarmiento y Victor Manuel Reyes que había conocido en Europa.

Mes y medio después de su llegada gana el primer premio para el cartel de la película Vámonos con Pancho Villa. Al momento de fundarse la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) se inscribe en ella.

En 1936, en el lobby del Palacio de Bellas Artes expone 120 obras. La crítica recibe muy mal su trabajo. Es el tiempo, en el marco del nacionalismo revolucionario, donde la Escuela Mexicana de Pintura es el único camino a seguir. Solo lo defiende el guatemalteco Carlos Mérida.

Las galerías le cierran los espacios. Rufino Tamayo lo invita, como él, a salir del país y buscar el “reconocimiento en otra parte”. Él asume que tiene que hacerse responsable de su esposa y de su hija, Kore Mónica, que enferma de poliomielitis a los meses de nacida.

El presidente Cárdenas le pide que colabore en la escuela, para los niños huérfanos víctimas de la Guerra Civil española. Por algún tiempo se traslada a Morelia donde se ubica ese centro escolar.

Balmori, con el apoyo del presidente Ávila Camacho, puede mandar a su hija a un hospital de California, Estados Unidos. Al regreso Rachel le pide firme los papeles para llevarse a la niña a Suecia, con la idea de que la conozca su familia.

Meses después, vía la embajada de Suecia, recibe la solicitud de divorcio. Pasan 20 años antes de que vuelva a ver a su hija que ya mayor decide radicar en México.

Cuando se funda el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y Miguel Covarrubias, que dirige la Academia de la Danza, lo invita, para que colabore directamente con él. El trabajo se extiende por años.

Ahí conoce a la bailarina y coreógrafa Helena Jordán con quien se casa. El matrimonio dura hasta que él se muere. Por más de 40 años fueron pareja y compañeros de trabajo.

Se dedicó a la docencia del dibujo y la pintura durante 30 años. Dio clases en diversas escuelas y por muchos años fue maestro en La Esmeralda.

Entre sus alumnos, todos integrantes del movimiento que se conoció como la ruptura, están Rodolfo Nieto, Pedro Coronel, Juan Soriano, Carlos Olachea y Jorge Figueroa Acosta.

Aunque nunca dejó de dibujar, retomó la pintura cuando se jubiló como maestro, para ese entonces ya tenía setenta años. A partir de ese momento expuso en múltiples ocasiones.

Publicó Áurea mesura, un estudio de la sección áurea, y El dibujo en la expresión plástica, ambos publicados por la UNAM. Escribió ensayos y poemas.

El libro está hecho con mucho cariño. Es, como dice Lily Kassner, “la historia de la vida del maestro Santos Balmori, contada por él mismo, desde la eternidad, mediante un diálogo con el ser que lo amó intensamente: Helena Jordán, su mujer, modelo de devoción al ser amado”.