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Ejercicios Espirituales
03 DE MAYO DE 2019

En 1522 san Ignacio de Loyola (1491-1556), el fundador de los jesuitas, vivió diez meses en una cueva de Manresa, población muy cercana al monasterio de los benedictinos en Montserrat. En ese tiempo vivió una profunda experiencia espiritual que cambió su vida.

A partir de lo que ahí experimenta escribe el libro de los Ejercicios Espirituales, que es un método que se propone que el ejercitante se encuentre consigo mismo de manera profunda y desde ahí descubra quién es Dios y se relacione con él.

El manuscrito autógrafo de san Ignacio es de 1541 y no se conserva. En 1548 se presenta al papa Paulo III una versión en latín de los Ejercicios espirituales, para que autorice su publicación.

En ese mismo año sale a la luz la primera edición publicada en Roma, el 11 de Septiembre de 1548, bajo el título de “Exercitia spiritualia”.

Es hasta 1615 que se publica la versión de los Ejercicios espirituales en español a partir de una copia del texto original de san Ignacio hecha por uno de sus secretarios en julio de 1541.

Desde ese entonces esta versión se ha publicado muchas veces. Y hay traducciones en diversas lenguas a partir de este original en español y también de la versión en latín.

El interés del texto, escrito en un español simple y seco, está en que san Ignacio redacta el proceso que vivió como un manual, para que el ejercitante, al seguir los pasos del texto, viva su propia experiencia espiritual.

La redacción de los Ejercicios espirituales es sintética y directa y se estructura a partir de anotaciones, notas, instrucciones, admoniciones, preámbulos y advertencias y también, es lo fundamental, cómo hacer oraciones, meditaciones, contemplaciones y exámenes de conciencia.

San Ignacio, después de su experiencia en Manresa, empezó a escribir el texto que pone fin 19 años después. Él dice: “Yo no compuse los Ejercicios todo de una sola vez. Cuando cualquier cosa resultante de mi propia experiencia me parecía que podía ser de utilidad a otros, tomaba nota de ello”.

Una vez que terminó sus estudios en la Universidad de París dio forma final al texto. Hay constancia que desde 1533 ya había una primera versión con la cual san Ignacio daba Ejercicios que ya contiene las partes esenciales del libro.

Los especialistas coinciden en que el acabado final de los Ejercicios ocurre en 1541 y la sustancia del trabajo viene de la intensa experiencia de Manresa. Lo demás fue darle forma, para mejor trasmitir lo que se proponía.

Y también sostienen que es muy probable que a su paso por el monasterio de Monserrat, antes de ir a Manresa, conoció las ideas de los Hermanos de la Vida Común, institución fundada a fines del siglo XIV por Gerard de Groote y Florence Radewyns.

Los fundadores e integrantes de esa congregación trabajaron en el renacimiento de la vida espiritual en Europa a través de tratados ascéticos que aparecieron con el título de Ejercicios espirituales.

En versión de san Ignacio los Ejercicios espirituales son un método “para conquistarse a uno mismo y regular su propia vida, y para evitar llegar a una determinación a través de un desmesurado afecto”.

Los Ejercicios espirituales, que deben de hacerse en un mes, se dividen en cuatro semanas o etapas. En la primera se medita sobre el pecado; en la segunda sobre la vida de Jesús de la encarnación al domingo de Ramos; en la tercera sobre la vida de Jesús de la última cena a la crucifixión, y la cuarta en la resurrección y la ascensión de Jesús.

San Ignacio propone meditaciones claves y los frutos se deben obtener. En la primera semana el “Principio y fundamento”; en la segunda “El llamamiento del rey temporal”, “Dos banderas”, “Tres binarios” y “Tres maneras de humildad” y en la cuarta “Para alcanzar amor”.

En cada semana, a más de los temas propios de la meditación o contemplación, propone otros relacionados de manera específica con la toma de decisiones, para cambiar y ordenar el estilo de vida.

Para la primera semana está cómo hacer el examen general de conciencia; en la segunda cómo se deben hacer la elección de vida; en la tercera reglas, para ordenarse en el comer y en la cuarta regla para la discreción de espíritus, para distribuir las limosnas, entender los escrúpulos y sentir con la Iglesia.

Los Ejercicios espirituales se hacen en silencio, para una mayor concentración personal y estar así atentos al llamado de Dios. Al día se hacen entre cuatro y cinco horas de meditación o contemplación; dos por la mañana y dos por la tarde.

En la meditación el ejercitante se enfrenta a sí mismo. Profundiza en el conocimiento de quién es y cuál es su misión en esta vida siempre de cara a lo que Dios le pide. El ejemplo a seguir es la vida de Jesús recogida en el Evangelio.

Una buena parte de las anotaciones que propone san Ignacio en el texto están dirigidas, para quien da los Ejercicios. Lo más común es que siempre haya un animador que propone la dinámica a seguir.

La experiencia siempre es del ejercitante y el animador solo actúa como guía. Él está preparado, para aplicar el método, pero no más. Su actividad garantiza que se siga la propuesta de san Ignacio.

El método asume que el ejercitante es un ser pensante con capacidad de decidir por su propia cuenta y de manera consciente y responsable sobre su futuro.

No se le pide la sumisión irracional a la supuesta voluntad de Dios. El descubrimiento de lo que debe de hacer es el resultado de su trabajo profundo en las horas de silencio y meditación.

No se puede elegir un proyecto de vida si la persona no es consciente de sí misma. De sus posibilidades y limitaciones. Solo desde ahí está en condiciones de poder escuchar la voz de Dios.

El texto de los Ejercicios espirituales de san Ignacio ha tenido una enorme influencia en la Iglesia y la cultura occidental. Son muchos y muy diversos los estudiosos del texto.

Desde 1548, los jesuitas han impartido Ejercicios siguiendo el método de san Ignacio. Son ya casi 500 años. Y hoy lo siguen haciendo a partir del texto original que recrean a las condiciones de cada época.

Algunos historiadores de la Iglesia consideran que ningún otro texto que se propone incentivar la vida espiritual ha tenido la influencia y el impacto de los Ejercicios.

En 2007, Universidad Juárez del Estado de Durango publicó la versión original de 1541 en una edición preparada por el jesuita Salomón Rahaim, que moderniza y en algunos casos traduce expresiones para facilitar la lectura.

El texto incluye las veintidós anotaciones introductorias de san Ignacio, para “adquirir alguna inteligencia de los Ejercicios espirituales que se siguen, y para ayudarse así el que los da y quién los ha de recibir”.

Hay una Introducción del Dr. José de la Cruz Pacheco Rojas y Rebeca Treviño Montemayor, que explica el propósito del texto y lo ubica en su contexto histórico.

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Ejercicios Espirituales

San Ignacio de Loyola

Editorial de la Universidad Juárez del Estado de Durango

Durango, 2007

pp. 179